miércoles, 10 de julio de 2019

Reposted from @pinvestigacion (@get_regrann) - PAVITOS Hemos dicho con anterioridad que buena parte de nuestra dulcería tradicional está indisolublemente ligada a la presencia religiosa y a la influencia que los Conventos ejercieron sobre la sociedad, en un momento de nuestra configuración histórica, a través de un intercambio vedado que saltó sus muros para cocinarse al abrigo de los fogones de las casas. San Felipe, la capital del Yaracuy, rodeada del verdor múltiple que pinta su paisaje, exhibe, entre su granjería criolla uno de los dulces emparentados con esa tradición, pero que no salió del claustro religioso, sino de un obra social regentada por las Hermanas Agustinas Recoletas, apenas en los comienzos del recién finalizado siglo XX, reconocida como el primer centro hospitalario de la ciudad, convertido después en asilo de mendigos, que quedó detenido en el recuerdo como Hospital San Agustín. Favorecidas y agraciadas con la trasmisión del dulce oficio de dar continuidad a una de sus preparaciones, son sonoros los nombres de María Etelvina Chirinos, Ana de la Cruz Chirinos y Carmen Falcón, unido a ellas el de las hermanas Gómez Pino quienes lo han legado a sus hijos para mantener la forma y el sabor de este manjar de una cocina que no ostenta, sino que se hace con pocos y sencillos ingredientes que le otorgan a la ciudad un importantísimo elemento de su identidad cultural: El Pavito. Un sobrino de Ana de la Cruz y nieto de María Etelvina, el músico y dulcero Ricardo Briceño, junto a su esposa Yolibel Pérez Reyna, sostuvo en el tiempo este legado que recibió de su tía Carmen Falcón, cuyo modo de preparación también llegó a las laboriosas manos de Haydee Coromoto Castillo Pereira, quien nos permitirá saborear la receta aprendida y recreada en su cocina. Andres Fernando Rodriguez #Diplomado#Cocina#Gastronomía - #regrann


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